Así fue la romántica boda de Martina 'La Peligrosa'

La querida cantante Martina ‘La Peligrosa’ y su prometido, el tatuador Daniel Caballero, finalmente dieron el ‘sí’ luego de una romántica propuesta de matrimonio y varios meses de preparación. Eligieron las playas de Palomino en la Guajira para llevar a cabo la unión de su amor. La pareja estuvo rodeada de su familia y sus amigos más cercanos.

A Martina, sus padres Anoris Llorente y Antonio López la acompañaron camino al altar y en los videos que se han revelado a través de las redes sociales se puede notar que ni la cantante ni el tatuador pudieron dejar de llorar de la emoción al verse. Daniel también estaba junto a sus padres esperando la llegada de Martina.

Las encargadas de llevar las argollas fueron las gemelas Simona y Carlota, hijas de la cantante Adriana Lucía, hermana de Martina, quien además fue la encargada de ambientar toda la celebración interpretando en su dulcísima voz varias canciones románticas. La ceremonia fue oficiada por una de las mejores amigas de la pareja, Flor Martínez, quien es maestra de yoga y fue la encargada de guiar el ritual que unió en matrimonio a la pareja.

Al terminar la ceremonia y los asistentes llenaron de pétalos de rosas de colores a los recién casados mientras de fondo sonaba una de las canciones de Martina. A la fiesta asistieron varios de los mejores amigos de la pareja como el actor Karoll Márquez y la cantante Naty Botero.

La celebración se extendió hasta la madrugada e incluyó bailes de ritmos caribeños, champeta e incluso el mapale y los novios tenían de sorpresa para los invitados una mesa de tatuajes. Sin lugar a dudas este día jamás se le va a olvidar ni a Martina ni a Daniel quiénes parecen ser una pareja bastante feliz.

Las hermosas palabras que Martina leyó en sus votos de compromiso

La cantante dejo florecer todo el amor que siente por su ahora esposo en unas hermosas palabras: “Entre lágrimas y sonrisas, le pedí al cielo un amor bonito, alguien a quien amar y que me amara sin miedo. Que fuera compañía en mi camino y que se sintiera orgulloso de mí. Un loquito que me hiciera reír y se riera de mis tonterías, que comprendiera lo fácil que es hacerme feliz y que no me juzgue por nada”.